23 julio, 2010

Recorriendo parques nacionales

A Luis Cribellati no le quedó ecosistema argentino por transitar. A bordo de su bicicleta, recorrió más de 20.000 kilómetros uniendo 40 parques nacionales del país y difundiendo, al mismo tiempo, el uso de energías limpias en las escuelas. Ahora, la travesía está a punto de llegar a su fin y Luis prepara todo para que el cierre se concrete con el mismo marco del comienzo. Esto es: acompañado por sus vecinos, con los que quiere pedalear el último tramo de su viaje, que unirá la localidad de Oliden (vecina a La Plata) con el barrio de Arturo Segui, desde donde salió en abril del 2009.
La yunga, el desierto patagónico, los pastizales pampeanos, los caminos de ripios del sur, fueron testigos del largo periplo del ciclista platense, que fue registrando sus vivencias en el sitio web www.cicloviajes.com. Entre ellas, experiencias tales como el enfrentar tormentas de arena en los desiertos cuyanos sin llevar suficiente provisión de agua, verse amenazado por una víbora de la cruz a la que intentó tomarle una foto o encontrarse con ciclistas de todo el mundo a lo largo del accidentado trayecto.
Ayer, feliz por el objetivo cumplido, Cribellati anunció que había terminado de recorrer todos los parques nacionales y que emprendía el regreso pedaleando por la Ruta 11.
LA ULTIMA ETAPA: La última etapa del viaje lo encontró uniendo Puerto Madryn con General Lavalle, donde visitó el flamante Parque Nacional Campos del Tuyú.
Según su relato, en ese trayecto le tocó detenerse a 14 metros bajo el nivel del mar, en la Salina Chica: el fondo de un lago seco que alguna vez fue lecho marino y hoy está cubierto de sal. La disposición según la cual no se puede acampar en las inmediaciones de puerto Madryn lo llevó a alojarse en estancias, donde conoció a personajes como el puestero Marcelino Martínez, quien pasa períodos de hasta seis meses sin acercarse a la población más cercana, que es Puerto Pirámides.
Más tarde, en la zona de El Doradillo tuvo la singular experiencia de despertar con el sonido emitido por las ballenas francas y ver hasta 40 de ellas juntas a medida que caminaba por la playa. "Ese amanecer fue impactante: las ballenas despedían chorros de agua justo enfrente del sol naranja, mientras otras daban vueltas de campana o mostraban sus aletas", cuenta Cribellati.
También relata que en este tramo del viaje la disposición que impide acampar le generó serios trastornos, porque tuvo que dormir en estancias o a cielo abierto, siendo sorprendido en una oportunidad por una intensa lluvia, que se convirtió más tarde en granizada y nevada.
Cribellati cuenta que en medio del frío y la nevada consiguió albergue en casa de una vecina en una modesta casita donde encontró el refugio adecuado al lado de una estufa y para compensar las atenciones trozó leña y arreglo las fisuras de las ventanas. Allí pasó un tiempo de aislamiento, ya que los caminos se anegaron por el barro y la nieve y hubo que esperar a que el tiempo mejorara para continuar.
Ya en Bahía Blanca y a punto de regresar, Cribellati aceleró los preparativos para el último tramo que unirá, a través de caminos vecinales, las localidades de Oliden y Segui.
"La idea es invitar a los que quieran a unirse, en Oliden el domingo 25, al último tramo de pedaleada, que es de alrededor de 50 kilómetros por caminos rurales. Por supuesto, se trata de una actividad gratuita. Y que, si llega a llover, se va a concretar a través de caminos de asfalto", explicó Cribellati.
Fuente: EL DIA

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