El sueño de una París en bicicleta, amenazado por el vandalismo, el sistema de alquiler compartido enfrenta problemas; deben reparar 1500 unidades por día.Los vecinos de la ciudad pueden alquilar una sólida bicicleta en cualquiera de las cientos de estaciones públicas destinadas a ese fin y pedalear rumbo a su destino, una alternativa económica, saludable y no contaminante si se la compara con subirse a un auto o a un colectivo.
Pero esta reciente utopía francesa se ha topado con la cruda realidad: muchas de estas bicicletas especialmente diseñadas, que cuestan 3500 dólares cada una, han comenzado a aparecer en el mercado negro de Europa del Este y el norte de Africa. Otras muchas son secuestradas para realizar raides urbanos y son luego abandonadas en el cordón de la vereda, con las ruedas dobladas y las llantas arruinadas.
Como el 80% de las 20.600 bicicletas iniciales han sido dañadas o robadas, los organizadores del sistema debieron contratar cientos de personas sólo para repararlas. Sumado al golpe que representa para el presupuesto de subsidios de la ciudad, el impacto en la psiquis de los parisinos ha sido enorme.
"El símbolo de una ciudad organizada y ecológica se ha transformado en una nueva fuente de criminalidad", se lamentaba recientemente Le Monde en un editorial. "Vélib´ se proponía civilizar el transporte urbano. Ha fomentado la incivilidad."
Las pesadas bicicletas Vélib´, de color arena, son vistas como un accesorio de los "bobos" o "burgueses bohemios" -la clase media urbana fashion - y despiertan resentimiento y codicia. Según la policía y los sociólogos, las bicicletas son por lo general blanco de la juventud resentida, colérica y anárquica de una ciudad socialmente muy dividida.Utilizado mayormente para viajes cotidianos en el corazón urbano de la ciudad, el programa Vélib´ es en muchos aspectos un éxito. Basta pasar la tarjeta de crédito para dejar un depósito en alguno de los estacionamientos automáticos (el ciclista paga un euro por día o 29 euros por un pase anual) para obtener acceso ilimitado a las bicicletas durante un lapso de 30 minutos, que puede ser extendido con un recargo mínimo.
En promedio, las bicicletas son utilizadas entre 50.000 y 150.000 veces al día, según la época del año, y han demostrado ser un éxito entre los turistas, que ayudan a impulsar la economía.
En París, ya es común ver las bicicletas estacionadas en sus muelles con las gomas pinchadas, las ruedas perforadas o sin los canastos. Se han encontrado incluso algunas colgadas de postes de luz, en el lecho del Sena, en las calles de Bucarest o descansando en contenedores de carga con destino al norte de Africa. Algunas de ellas simplemente son robadas y pintadas de otro color. Encontrar una en buen estado se ha convertido ahora en una verdadera búsqueda del tesoro urbana. (lanacion)